Cuanto nos cuesta ¿cierto? Hacer algo tan importante como lo es ser los primeros en algo. Muchas veces esperamos a que otros hagan algo antes de hacerlo nosotros, como especie de “vergüenza colectiva”: esperas que otro pregunte en vez de preguntar tú, esperas que otros aplaudan antes de aplaudir tú, esperas que otros lo compren antes de comprarlo tú… y así sucesivamente. Hay personas que siempre se comportan así y otras que lo hacen de vez en cuando, y no creo que sea un pecado mortal ser de esa forma, todos alguna vez sentimos un “no-sé-qué” al momento de ser lo primeros, será quizás que la vergüenza es muy grande cuando nos equivocamos, pero… ¡que bien se siente cuando estamos en lo correcto!.

¿Cuántos amores de película se han perdido por no querer dar ese primer paso? ¿Cuántas dudas habrían sido aclaradas si hubiésemos preguntado? ¿Cuánto tiempo nos hubiéramos ahorrado si llegáramos de los primeros a la fila del “Splash” en Fantasilandia? Es verdad queridos leyentes, muchas cosas buenas se han acabado sin empezar por no dar ese primer paso, algunas veces por temor, otras por vergüenza, otras por orgullo ¡Y es que muchas relaciones –amistosas, amorosas, laborales- se acaban por no querer sucumbir al don de la disculpa, por no ser los primeros en tratar de arreglar se problema que nos agobia! Muchas veces queremos que los demás vengan, que la montaña venga a nosotros, pero como decía Hugo, el enano cabezón (sí, ese del programa de la Ivette Vergara, en donde jugabas con el teléfono, ese donde llame como 1000 veces y no jugué nunca –y te cobraban igual la llamada- y otras personas que salían seleccionadas decían:-uuuuhh mijita, y eso que llamé una vez no má’…en fin) COMO DECÍA ESE OREJÓN DEFORME: -Si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña!!! (me daba rabia cuando llegaban al final y no salvaban a la familia del pobre Hugo xD).