“Mentiritas blancas”…

A mi hermano menor le gusta mucho dibujar criaturas fantásticas y batallas épicas (me recuerda a mí cuando era pequeño), y un día mientras dibujaba se acercó y me pidió mi opinión acerca un dibujo que realizaba. No es que sea yo todo un artista, pero evidente el dibujo de mi hermanito no era una obra de arte. Yo, tenía dos opciones aparentes:

1.- Decirle:- está muy bueno, podrías mejorar, pero definitivamente está muy bien.

2.- Responderle:- ¡¡¡Qué asco!!! Dedícate a cualquier cosa que no implique tomar un lápiz.

Luego de pensar mis opciones, escogí la que más va conmigo: opción 1.

Me encanta ser sincero, pero sucesos recientes (como el que conté recién) me han hecho pensar acerca de la transparencia en las relaciones humanas. Hay personas que les encanta decir la verdad en cada momento, sin importar las consecuencias de todo lo que eso implica, odian las mentiras porque dicen que por muy pequeña que sea, una mentira es maligna siempre, yo pienso que no es tan así. Pero yo opino que las “mentiritas” blancas pueden ser útiles e incluso necesarias en ciertas circunstancias. Tales “mentiritas” pueden salvar una situación, pueden evitar un daño innecesario a alguna persona, y muchas cosas más. Pero ¡¡¡POR FAVOR NO MALINTERPRETEN ESTAS PALABRAS!!! No estoy incitando a que seamos unos hipócritas ni estoy defendiendo a los sínicos, cuando digo “mentiritas” me refiero a sucesos de la vida real más cercanos de lo que ustedes piensan, como por ejemplo: